Matilde Pérez Cerda, pintora, artista visual y escultora.
Nació en Santiago, Chile, el 7 de diciembre de 1920. En 1939 ingresó a la
Escuela de Bellas Artes, donde fue alumna de Pablo Burchard y Jorge Caballero.
En 1944 estudió pintura mural con el artista Laureano Guevara y fue su ayudante
en la realización de murales
Entre 1970 y 1972 fue comisionada por la Universidad de
Chile para continuar su investigación y sus estudios sobre arte cinético en
París.
Se inició con la pintura de caballete. Haciendo uso de las
técnicas tradicionales, ejecutaba principalmente, naturalezas muertas y
paisajes. Fue así como emergió al escenario de la plástica junto a la
Generación del Cuarenta. Posteriormente aprendió las técnicas del mural junto a
Laureano Guevara, especialidad que despertó su interés por la simplificación de
las formas.
Su interés por indagar entre nuevos lenguajes plásticos, la
llevó a formar parte del Grupo de los Cinco a principios de la década del
cincuenta. Esta iniciativa derivó luego en 1955 en la creación del Grupo
Rectángulo, posteriormente llamado Forma
y Espacio, en el cual tuvo una activa participación. La autora se concentró en
el dibujo bajo los conceptos del orden y la geometría.
En Francia se inscribió en las clases de Jean Bertholle,
maestro que en oposición al trabajo que hasta entonces ella había desarrollado,
adhería al informalismo, una corriente que daba importancia a la creación como
resultado de los impulsos emocionales y la libertad expresiva. Sin doblegarse
Matilde Pérez supo valorar su encuentro con Víctor Vasarely como la experiencia
más gravitante en su carrera, fue el maestro quien la introdujo a los
principios del arte cinético.
Cautivada por el arte que incorpora el movimiento virtual o
real como elemento plástico y que toma como base la psicología de la
percepción, Matilde Pérez comenzó a realizar collages y a estudiar las
relaciones entre formas geométricas, colores y el fenómeno óptico, con el
objeto de crear la ilusión de movimiento. Se sumergió en las ideas del
Manifiesto Amarillo que contenía el pensamiento de Vasarely, se contactó con el
Groupe de Recherche d’art Visuel y recibió las enseñanzas de Julio Le Parc.
Regresó a Chile en 1961, y desde entonces es la principal
exponente de la tendencia cinética en nuestro país. Sus obras, pinturas,
collages y esculturas acrílicas y metálicas son una muestra de su incesante
experimentación con las posibilidades de la creación de movimiento virtual a
través de la ilusión óptica. En 1970 incorporó la electricidad a sus obras, es
decir el movimiento real, por medio de piezas movibles y focos luminosos.
Fuente: Museo Nacional De Bellas Artes.