CANTO PRIMERO
Ruego al cielo que el
lector, animado y momentaneamente tan feroz como lo que lee, encuentre, sin desorientarse,
su camino abrupto y salvaje, a través de las desoladas ciénagas de estas
páginas sombrías y llenas de veneno, pues, a no ser que aporte a su lectura
una lógica rigurosa y una tensión espiritual semejante al menos a su
desconfianza, las emanaciones mortales de este libro impregnarán su alma lo
mismo que hace el agua con el azúcar. No es bueno que todo el mundo lea las
páginas que van a seguir; sólo algunos podrán saborear este fruto amargo sin
peligro. En consecuencia, alma tímida, antes de que penetres más en semejantes
landas inexploradas, dirige tus pasos hacia atrás y no hacia adelante, de igual
manera que los ojos de un hijo se apartan respetuosamente de la augusta contemplación
del rostro materno; o, mejor, como durante el invierno, en la lejanía, un
ángulo de grullas friolentas y meditabundas vuela velozmente a través del silencio,
con todas las velas desplegadas, hacia un punto determinado del horizonte, de
donde, súbitamente, parte un viento extraño y poderoso, precursor de la
tempestad. La grulla más vieja, formando ella sola la vanguardia, al ver esto
mueve la cabeza, y, consecuentemente, hace restallar también el pico, como una
persona razonable, que no es~á contenta (yo tampoco lo estaría en su lugar),
mientras su viejo cuello desprovisto de plumas, contemporáneo de tres
generaciones de grullas, se agita en ondulaciones coléricas que presagian la
tormenta, cada vez más próxima.
http://www.mediafire.com/view/?e0bmu6l5g3bedd5
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